Una nueva generación: el «Club de jeunes filles sénégalaises»

Alba Barbosa Bes

En Kolda, una ciudad del sur de Senegal, las jóvenes siguen siendo víctimas de fenómenos como el matrimonio forzoso, embarazos tempranos y mutilación genital femenina que conlleva a una vulneración de los derechos de las mujeres como el derecho a una vida sin violencia, el derecho a la integridad física y derechos sexuales y reproductivos. La desigualdad de género, la discriminación social y las relaciones de poder marcadas por una sociedad machista son factores que perpetúan este tipo de prácticas.

En Senegal la mutilación genital femenina es una práctica que se hace menos que en otros países africanos, pero que aún así, entre el 20% y 50%[1]de las senegalesas sufren de ello. Esta práctica ha sido prohibida desde 1999 en el país, pero las tradiciones continúan haciendo que Casamance sea dónde más se concentran la mayoría de estos casos. En el departamento de Kolda dos de cada tres chicas ha sufrido mutilación genital femenina por el simple hecho de ser mujer y de pertenecer a una familia o comunidad con unas creencias que consisten en preservar la castidad, el honor, la limpieza y la preparación para el matrimonio que viene acompañado por una edad prematura de las niñas.  Todo esto viene acompañado de graves secuelas físicas como complicaciones graves en el parto, infecciones urinarias, problemas vaginales, sexuales y menstruales y secuelas psíquicas como depresión, ansiedad y estrés postraumático, que perduran en el tiempo y que incluso pueden llevar a la muerte.

Las jóvenes Kolduenses quieren ser estudiantes y no dedicarse exclusivamente a ser mujeres casadas y amas de casa. Es así como nace El Club de jeunes fillesen Kolda. Una nueva generación de mujeres entre 12 y 25 años que se juntan cada miércoles para discutir sobre los problemas que tienen que afrontar en su día a día. Para romper el tabú de la sexualidad entre hijos, padres y madres, y saber denunciar prácticas que están prohibidas, las jóvenes se forman junto con el apoyo de unos trabajadores sociales (pairs éducateurs) para poder hacer talleres de sensibilización en sus barrios y comunidades. Aún así, la tarea es complicada ya que la presión de la sociedad, la necesidad de aceptación social y el temor al rechazo de la comunidad constituyen obstáculos que perpetúan esta práctica que a veces no es ni cuestionada. 

Es importante romper con estas practicas culturales que nacen de una necesidad infundada de controlar la sexualidad femenina. Los datos sobre los derechos de las mujeres (o falta de ellos) alrededor del mundo son escalofriantes y hay que luchar por obtener un cambio social. 

La transformación está en marcha y muchas mujeres de todo el mundo están liderando el cambio de roles y estereotipos.  El Club de jeunes filles es un ejemplo de ello en esta pequeña ciudad de Senegal. 


[1]https://www.who.int/reproductivehealth/topics/fgm/prevalence/es/

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